San Agustín, también conocido como Aurelio Agustín de Hipona, fue uno de los teólogos y filósofos más importantes de la Iglesia Católica.
San Agustín, también conocido como Aurelio Agustín de Hipona, fue uno de los teólogos y filósofos más importantes de los primeros siglos del cristianismo . Su filosofía contribuyó en gran medida a la creación de los fundamentos teóricos de la Iglesia católica y de la filosofía occidental , perteneciendo Agustín a la época patrística.
La era patrística corresponde a la filosofía cristiana de los primeros tres siglos, elaborada por los primeros padres teóricos apostólicos de la iglesia. Los textos de San Agustín siguen siendo importantes y relevantes hoy en día, especialmente en sus obras maestras, como De Civitate Dei (La Ciudad de Dios) y Confesiones.
San Agustín, como filósofo de la época patrística, formó parte del grupo encargado de confirmar y defender la fe católica, la liturgia, la disciplina y la toma de decisiones a lo largo de los siete siglos del cristianismo. Por tanto, esta era filosófica, a la que se unió Agustín, fue la filosofía responsable de la progresiva elucidación de los dogmas cristianos llamados tradición cristiana.
biografia de san agustin

Este filósofo, obispo de Hipona, nació en la ciudad de Tagaste en el año 354 dC, ciudad situada en el continente africano donde hoy se encuentra Argelia. Por tanto, en esta ciudad transcurrió su infancia y juventud, un entorno limitado de aldea perdida entre las montañas. Sin embargo, San Agustín en su juventud memorizó extractos de poetas latinos y escritores en prosa y aprendió conceptos de música, física y matemáticas.
Posteriormente, realizó sus estudios superiores en Cartago y entró en contacto con las ceremonias en honor a los dioses protectores del imperio. A pesar de ser un joven reflexivo y dedicado a los libros, comenzó a vivir con una mujer y se convirtió en padre a los 19 años. Sin embargo, su hijo de nombre Adeodato, falleció a los 17 años.
Cuando Agustín regresó a su tierra natal, se dedicó a la enseñanza y enseñó durante trece años, continuando ese oficio en Cartago y Roma. Sin embargo, también se dedicó al estudio de las escrituras, pero como lo encontró demasiado simple, lo abandonó.
Tras pasar por diversas doctrinas religiosas, entre ellas el maniqueísmo del profeta persa Mani, volvió al cristianismo, donde se convirtió en el gran erudito y filósofo de la iglesia .
Filosofía de San Agustín
En primer lugar, el pensamiento de san Agustín va más allá de hablar simplemente de religión o de sistematización de dogmas. Por tanto, la calidad de sus textos revelaba una comprensión del cristianismo con un gran conocimiento intelectual, con una densidad y profundidad igual o superior a los textos de cualquier pensador antiguo.

Sin embargo, para él la fe cristiana debía ser reflejada, comprendida y asimilada con todo el esfuerzo que fuera posible a la razón humana. En este sentido, uno de los temas más importantes de sus reflexiones fue la ética.
A pesar de ello, este tema no se elabora en una sola obra, sino que se inserta en toda su reflexión antropológica sobre la relación del hombre con Dios como fundamento de toda realidad.
En este sentido, Agustín entendió que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, su ser permaneció fundado en Dios, definiendo su existencia. Así, ser “imagen y semejanza” significaba tener una condición ontológica diferenciada en el orden de los seres.
Por tanto, este pensamiento de San Agustín le dio al hombre la condición de ser co-creador de la realidad, es decir, el responsable de sostener la unidad entre los seres creados.
Principales obras
San Agustín escribió una obra inmensa, la mayor parte inspirada en problemas concretos que preocupaban a la iglesia de la época. Así, además de “Confissões” y “Trinitate”, que son libros que tratan de problemas psicológicos e interiores, las demás obras se configuran en la problemática de la iglesia.

Entre las principales obras se encuentran: Contra los académicos (escrito en 386), Soliloquios (387), Sobre el libre albedrío (388-39), De Magistro (389), Confesiones (400), Espíritu y letra (412), La ciudad de Dios (413-426) y las Retracciones (413-426). Sin embargo, casi todas estas obras asumieron un carácter polémico, como consecuencia de los diversos conflictos que tuvo que afrontar san Agustín.
Por tanto, la relación entre sus obras y su lucha religiosa lo convirtió en su amigo y primer biógrafo. Posidio clasifica las obras según los adversarios a los que se enfrentan: paganos, astrólogos, judíos, maniqueos , priscilianistas, donatistas, pelagianos, arrianos y apolinaristas. Por cierto, a medida que pasaban los años y comenzaba a llegar la vejez, se preocupó por reservar más tiempo para dedicarse a la labor de escribir.
San Agustín y su muerte
Al final de su vida, Agustín suscitó la invasión de los vándalos, quienes, tras la devastación de España, penetraron en África y sitiaron Hipona. Así que Agustín enfermó poco después de que los bárbaros incendiaran la ciudad.
Así, san Agustín, murió el 23 de agosto de 430, dejando una obra de pensamiento que reinaría en el occidente cristiano durante al menos siete siglos.
Vale la pena recordar que la filosofía , para Agustín, era un instrumento auxiliar destinado a un fin que trascendía sus propios límites. En este sentido, muchos lo ven como un teólogo y un místico y no precisamente como un filósofo. Sin embargo, su pensamiento manifestó una gran penetración filosófica cuando se centró en problemas particulares.
Finalmente, Agustín logró sistematizar una grandiosa concepción del mundo, del hombre y de Dios, que, durante mucho tiempo, se convirtió en la doctrina fundamental de la Iglesia católica.
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Fuentes : Brasil Escola, Toda la materia e Info Escola
Imágenes : Jornal O Semanário, História de Roma , Wikipedia y Livraria Loyola