¿Qué es el populismo? ¿Se ha practicado esto alguna vez en Brasil?

El fenómeno político del populismo dio lugar a líderes carismáticos que lograron reunir a las grandes masas para perpetuarse en el poder.

Los populismos son prácticas políticas que hacen uso de un llamado sentimental a las masas populares, enfrentándolas a una élite.

La expresión apareció en el siglo XIX, pero su significado ha cambiado con el tiempo. Nadie se llama a sí mismo populista, ya que el término ha ganado contornos peyorativos.

En Brasil, el mayor ejemplo de la aplicación del populismo fue Getúlio Vargas, siempre querido por el pueblo. Asoció tanto su imagen con los llamados populares que se le llamó el “padre de los pobres”.

Hoy, sin embargo, los historiadores han concluido que el populismo sirvió para el proceso democrático y los avances sociales. Aunque con la intención de mantenerse en el poder, el líder populista practicó actos que valoraron a sectores menos prestigiosos de la sociedad.

Contexto histórico

Si bien el término populismo surgió en el siglo XIX, fue solo décadas después que se perfeccionó hasta alcanzar su significado actual.

En cuanto a América Latina, alrededor de la década de 1930 comenzaron a surgir gobiernos populistas. Los protagonistas fueron líderes con la bandera de las reformas, pero que en realidad actuaron con autoritarismo.

Para mantenerse en el poder, estos líderes recurrieron al atractivo popular, volviéndose carismáticos y venerados por la gente. Esto fue posible, entre otros factores, porque prácticamente no había sindicatos que orientaran a los trabajadores.

Acciones que distinguen a los populistas

Tomando como base a los líderes populistas de América Latina, hay ciertas características que los hacen destacar y que merecen atención. Como el surgimiento de corrientes ideológicas nacionalistas que unen a diversas clases sociales en apoyo estatal.

Aprovechando el aumento de las masas populares urbanas, se utiliza para dar sustentabilidad política. Para ello se crean leyes laborales y de seguridad social, además de otros derechos sociales que antes eran inexistentes o poco difundidos. El control enmascarado de los sindicatos también es fundamental.

Otro punto que siempre marca los discursos en el populismo es el del antiimperialismo. Y a esto le sigue la nacionalización de sectores considerados estratégicos, como la minería, los ferrocarriles, el petróleo. Getúlio Vargas creó Petrobras en 1953 y el lema era: “el petróleo es nuestro”.

El populismo exacerbado de Getúlio Vargas

Sin duda, Getúlio Vargas fue el mayor ejemplo de gobierno populista en Brasil. Cabe señalar, sin embargo, que la población se benefició de sus acciones, aunque estaban dirigidas a mantenerlo en el poder.

Una de las mayores banderas administrativas de Vargas fue la creación de una Consolidación de Leyes Laborales y, posteriormente, de Justicia Laboral (1943). Sin embargo, en ese primer momento, las reglas laborales se limitaban a los trabajadores urbanos, la mayoría a los que había que controlar y que siempre fomentaban las revueltas.

Aún en el terreno de la dominación obrera, Vargas decidió que era importante tener el control sobre los sindicatos, ya que allí nacían los revolucionarios. Luego los hizo dependientes del poder público a través de transferencias, que fueron impuestas, de las cotizaciones de los trabajadores. Solo sobrevivieron los sindicatos que se adhirieron a sus reglas.

La decadencia del populismo

Es una regla que no hay gobierno que pueda mantenerse, fuera de la intervención militar, sin prosperidad económica. Y mucho dinero circuló en América Latina por las dos guerras mundiales. El abastecimiento de materias primas fue una importante fuente de ingresos para los países de la región.

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el populismo alcanzó su apogeo e invirtió en la industrialización y mejora de varios sectores. Con la llegada de suficientes recursos, la creación de industrias nacionales redujo las importaciones de muchos productos en América Latina.

Sin embargo, al final de la Gran Guerra, las exportaciones de materias primas a los involucrados en el conflicto disminuyeron. Como ya no entraba dinero en la tesorería, se redujo la ampliación del parque industrial. Hubo un indicio de desempleo y la euforia se calmó.

Para colmo, hubo una migración masiva del campo a las ciudades, lo que requirió obras de adecuación. Esto aumentó la deuda pública y la inflación se disparó. Comenzó el descontento popular y el miedo al socialismo rodeó a las clases dominantes.

Las Fuerzas Armadas fueron llamadas a intervenir en el escenario, promoviendo golpes militares que acabaron con el populismo. Entre las décadas de 1960 y 1970, los militares tomaron el poder en varios países de América Latina.

El populismo de hoy

Con la redemocratización de los países sudamericanos, las figuras populistas regresaron a la escena política. En Venezuela se puede citar a Hugo Chaves y su sucesor, Nicolás Maduro. En Bolivia destaca el presidente Evo Morales.

Después de la redemocratización, Brasil vivió el populismo de Fernando Collor de Melo y Luiz Inácio Lula da Silva, en diferentes momentos. Actualmente, Jair Bolsonaro fue elegido presidente en una campaña que pregonaba la radicalización en varios sectores sociales.

En el contexto mundial se puede recordar al actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, así como al de Rusia, Vladimir Putin.

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