Modernidad Líquida fue un término acuñado por Zygmunt Bauman en la posguerra de la segunda mitad del siglo XX y está en constante debate.
Acuñado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, el término Modernidad Líquida se refiere a la impermanencia de las características sociales. En suma, el teórico sugiere que las relaciones interpersonales, económicas y políticas se han vuelto inconstantes y dinámicas, maleables como la materia en estado líquido .
Surgida en un contexto de posguerra, la Modernidad Líquida es un concepto que se opone a la Modernidad Sólida. Mientras que el primero está marcado por la imprevisibilidad, en el segundo, las relaciones y los comportamientos son más fuertes y duraderos. Según Bauman, la Modernidad Líquida es ahora.
Pues bien, ante un contexto globalizado, donde todo sucede de manera inmediata, la sociedad tiende a buscar comodidad en características de la Modernidad Sólida. Sin embargo, los atributos de la Modernidad Líquida continúan destacándose entre las relaciones de más ámbitos que marcan la vida de la humanidad contemporánea.
Contexto histórico de la Modernidad Líquida

Según Bauman, la Modernidad Líquida nació después de la Segunda Guerra Mundial . Sin embargo, sus características solo se hicieron realmente notables a partir de la década de 1960. Resulta que con la inestabilidad económica mundial que marcó la segunda mitad del siglo XX, la sensación de seguridad dio paso a la incertidumbre.
Además, la irrupción de las nuevas tecnologías y la consolidación de la globalización han contribuido a un mayor dinamismo de la comunicación. Así, la sensación de que todo estaba en constante cambio resultó en la licuefacción de las formas sociales e incluso de la propia identidad del individuo.
Esta transición de la Modernidad Sólida a la Modernidad Líquida trajo consigo una continua sensación de angustia, ansiedad y miedo. El miedo al desempleo, la violencia, el terrorismo y el estancamiento se hicieron evidentes, después de todo, en un mundo donde todo sucede a un ritmo hiperrápido, uno no puede quedarse atrás.
Modernidad Sólida y Modernidad Líquida

Como su nombre indica, la Modernidad Sólida se caracterizó por la inflexibilidad y solidez de las relaciones humanas, intelectuales y conductuales. Solo para ilustrar, la búsqueda de la verdad fue un compromiso de los pensadores de ese período, algo notable en la Filosofía Moderna .
Además, las relaciones familiares eran más fuertes y duraderas ya que se mantenía la tradición. A pesar de tener también sus aspectos negativos, que llegó a ser reconocido por Bauman, el principal beneficio de la Modernidad Sólida fue la confianza en la rigidez de las instituciones y relaciones humanas.
En definitiva, esta modernidad fue duradera en todos los ámbitos. Por tanto, aunque no tuviera características exclusivamente positivas, la Modernidad Sólida transmitía al individuo un sentido de seguridad y control sobre la vida, las instituciones y las relaciones.
Características de la Modernidad Líquida

Marcada por la superposición de las relaciones económicas con las relaciones sociales, la Modernidad Líquida dio paso a una fragilidad de los lazos interpersonales que terminó reflejándose en las instituciones. Pronto, la lógica del consumo dio paso a la lógica de la moral y el haber comenzado a anteponer el ser al mismo paso en el que el afecto se convirtió en producto.
Las relaciones laborales establecidas durante la Revolución Industrial fueron sustituidas por el individuo como empresario de sí mismo, donde la responsabilidad recae únicamente en quien trabaja. De esta manera, cada persona se convirtió en su propia institución y, por lo tanto, las instituciones también se volvieron líquidas.
La lógica capitalista dejó de ser cuestionada y pasó a ser vista como inherente a la sociedad. Así, la ciencia, la educación, la salud e incluso las relaciones humanas quedaron sometidas al consumo. Esto trajo como consecuencia la sustitución de la colectividad y la solidaridad, así como la transformación de los ciudadanos en consumidores.
Relaciones Humanas y Amor Líquido

En Liquid Modernity, las relaciones humanas se convirtieron en “conexiones” superficiales con el potencial de ser fácilmente deshechas. Estas características se intensificaron con el fenómeno de internet y las redes sociales virtuales. Así surgió lo que Bauman llama Liquid Love.
Al contrario de lo que se vio en Solid Modernity, la compañía afectiva y amorosa ya no es duradera. Por tanto, es dinámico e inestable, casi instantáneo, apuntando sólo al placer individual. De esta forma, el sujeto se convierte en objeto y cuantas más conexiones, mejor.
La lógica del consumo

El consumo irracional es una imposición de la Modernidad Líquida. Dado que incluso las personas y sus relaciones se convierten en un objeto o producto comercializado, la lógica capitalista comienza a sugerir que todo tiene un precio. De esta forma, el poder, el estatus y la propiedad se vuelven prioridades en la Modernidad Líquida.
Aunque la Modernidad Sólida también se basó en la búsqueda de estatus, baste recordar los matrimonios concertados realizados por conveniencia, en el período que siguió, el prestigio social adquirió una carga simbólica más intensa. Así, el sujeto se define por lo que posee y consume, esta es la promesa de la felicidad.
politica en crisis

Como era de esperar, la política no quedó ajena al fenómeno de la Modernidad Líquida. Como resultado, ha habido una mayor separación entre el poder y la política. Solo para ilustrar lo que sucedió en este proceso, el Estado perdió fuerza y los servicios públicos comenzaron a deteriorarse.
De esta manera, las iniciativas privadas ganaron más espacio e influencia. Además, muchas de las responsabilidades del estado se convirtieron en responsabilidad del individuo. Así, Bauman identificó una crisis de la democracia y el colapso de la confianza en la política. Además, las desigualdades sociales se han vuelto aún más evidentes.
miedo constante

Finalmente, entre las características de la Modernidad Líquida, una de las más destacadas es la seguridad fluida. Según Bauman, la globalización y la inestabilidad económica han generado temores de desempleo, terrorismo y violencia que pueden provenir de cualquier parte del globo.
De esta manera, la sensación de seguridad se transmite por la vigilancia constante. Por lo tanto, para sentirse protegidos, los individuos renuncian a su privacidad en las redes, pero se aíslan en barrios cerrados y casas amuralladas. Esta inseguridad, a su vez, acaba proyectándose en odio al otro.
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