La inmunidad es un mecanismo de defensa generado por el sistema inmunitario. Las células de defensa actúan contra agentes extraños internos y externos.
El cuerpo humano funciona a través de varios sistemas que trabajan juntos. Entre estos sistemas se encuentra el sistema inmunológico, responsable de la inmunidad. Es decir, la inmunidad es el mecanismo de defensa del cuerpo contra agentes extraños del ambiente externo, llamados antígenos.
Además, la inmunidad es responsable de mantener el equilibrio del metabolismo. Así, se puede clasificar de dos formas, siendo inmunidad innata o adquirida. Para que el sistema inmunológico se fortalezca es necesario, por ejemplo, mantener una buena nutrición e hidratación del cuerpo.
¡Veamos más detalles sobre este mecanismo de defensa!
Definición
El sistema inmunitario es el responsable de los mecanismos utilizados por la inmunidad frente a agentes extraños en el organismo. Es decir, el mecanismo de defensa actúa como respuesta a sustancias antigénicas externas o internas.
Así, la inmunidad funciona mediante la acción de las células de defensa , además de la producción de proteínas que actúan contra los antígenos, llamadas anticuerpos. Por lo tanto, las defensas inmunitarias son extremadamente importantes en la lucha contra las enfermedades.

El mecanismo de defensa del organismo puede actuar frente a enfermedades provocadas por agentes químicos o biológicos, por ejemplo. De esta forma, el organismo consigue mantener la estabilidad del organismo, es decir, la homeostasis.
Además de proteger al organismo contra agentes extraños, la inmunidad también actúa para que algunas enfermedades no progresen en el organismo. Así, las células de defensa actúan para identificar y destruir células extrañas, dañadas o mutadas, como en el caso del cáncer, por ejemplo.

Ante esto, cuando la inmunidad es baja, el cuerpo responde de alguna manera. Así, es común la aparición de ciertos síntomas, como cansancio excesivo, herpes en la región genital, herpes labial, estomatitis e infecciones. Además, también son comunes la caída del cabello, el debilitamiento de las uñas e incluso la ansiedad y la depresión.
Clasificación
La inmunidad puede clasificarse en innata o adquirida, activa o pasiva y de transferencia adoptiva. Es decir, la inmunidad innata se caracteriza como aquella que nace con el individuo, estando presente en personas sanas.
La inmunidad adquirida, como sugiere su nombre, se adquiere de acuerdo con la experiencia del individuo. Es decir, cuando un agente extraño -virus o bacteria- ingresa al organismo, el organismo crea mecanismos de defensa específicos para combatirlo. Así:
Además, la inmunidad innata se caracteriza por una acción rápida contra los microorganismos que ingresan a las capas superficiales del cuerpo. Así, se compone de barreras físicas, químicas y biológicas. La defensa se produce a través de macrófagos, neutrófilos y células dendríticas, además de moléculas solubles, como citocinas, quimiocinas y proteína C reactiva.

La defensa adquirida se obtiene tras el contacto con agentes externos, como virus o bacterias. Así, el sistema inmunitario actúa contra estos agentes extraños identificando y destruyendo a los invasores. De esta forma, el organismo activa células específicas que actuarán en la lucha y protección del organismo. Además, se divide en humoral y celular.
Además, el mecanismo de defensa se puede dividir en: transferencia activa, pasiva y adoptiva. O sea,
- Activo: se adquiere por vacunación o después de una enfermedad. Es decir, el organismo produce una “memoria” en relación a determinados invasores y activa las células de defensa para actuar en la lucha contra los agentes invasores.
- Pasivo: ocurre a través de anticuerpos que pueden pasar de la madre al feto, o a través de anticuerpos inyectados en el cuerpo a través del suero.
- Transferencia adoptiva: ocurre a través de la transferencia de células del sistema inmunitario, como en la transfusión de sangre, por ejemplo.
Características del sistema inmunológico.
El sistema inmunitario, o sistema inmunitario, actúa en la defensa del organismo. Así, está formado por una serie de células, como los glóbulos blancos, denominadas leucocitos y linfocitos. Además, los tejidos hematopoyéticos y algunos órganos como los ganglios linfáticos, el bazo y el timo también actúan en la defensa.
El sistema inmunológico, además de proteger al organismo contra agentes infecciosos –virus, bacterias, hongos y protozoos– también protege al organismo contra el cáncer. Eso es porque las células de defensa pueden identificar y destruir células extrañas o mutadas.

De esta forma, el sistema inmunitario actúa mediante la producción de anticuerpos, lo que se denomina respuesta inmunitaria. Esta defensa puede darse de dos formas, siendo primaria o secundaria.
En este sentido, la respuesta inmunitaria primaria se produce poco después de que el organismo identifique agentes extraños en el organismo. Así, libera, en la sangre , anticuerpos específicos para actuar frente a infecciones simples de un determinado antígeno.
La respuesta inmunitaria secundaria se produce cuando los agentes infecciosos logran superar las barreras protectoras primarias. De esta forma, se intensifica la producción de anticuerpos que se liberan al plasma sanguíneo y las células de defensa actúan contra la enfermedad o infección.
Baja inmunidad y soluciones.
Cuando no mantenemos una dieta equilibrada o el organismo presenta disfunciones, como la diabetes, se produce lo que llamamos disfunción inmunológica.
Es decir, la inmunidad del cuerpo ha disminuido y las posibilidades de enfermedades e infecciones son mayores. Esto se debe a que las células de defensa están debilitadas y no pueden responder adecuadamente a los estímulos.

Algunos trastornos contribuyen a una disminución de la inmunidad, como:
- Diabetes descompensada y alteración de la flora intestinal: candidiasis.
- Estrés: caída del cabello, insomnio.
- Desnutrición: caída del cabello y uñas débiles.
- Estado inmunológico/metabólico: cambios en el cortisol y las hormonas.
De esta forma, para que el sistema inmunológico se mantenga fortalecido, la alimentación saludable es sumamente importante, además de la práctica de actividades físicas, por ejemplo. Así, cultivar una dieta rica en vitaminas, frutas y verduras ayuda a fortalecer las células de defensa del organismo, además de la ingesta de agua para la hidratación corporal.
Los alimentos más comunes para aumentar la inmunidad son: huevos, mariscos, castañas, nueces, almendras, hígado, plátanos y espinacas. Es decir, alimentos ricos en cobre, magnesio y zinc.
¿Qué te pareció el asunto? Si te ha gustado, corre a comprobar las características del Sistema Digestivo y Muscular .