El fin del Imperio Romano y el papel de los bárbaros en esta historia

La invasión de los distintos pueblos bárbaros puso fin al Imperio Romano de Occidente, que por entonces ya estaba muy decadente.

La palabra «bárbaro» significa «no griego». Era lo que los griegos llamaban extranjeros, es decir, personas cuya lengua materna no era el griego. En un principio era una alusión a los persas, cuya lengua cultural los griegos entendían como “bar-bar-bar”. Incluso los romanos llegaron a ser llamados bárbaros por los griegos.

En Roma, sin embargo, los bárbaros eran pueblos germánicos que no habitaban el Imperio Romano. Todos los pueblos extranjeros que vivían alejados de la cultura, religión y costumbres del gran Imperio Romano eran llamados bárbaros.

Entre los principales pueblos podemos mencionar a los hunos, francos, lombardos, anglos, sajones, borgoñones, visigodos, suevos, vándalos y ostrogodos.

Los bárbaros eran organizados y pacíficos.

A medida que el Imperio Romano se extendía por Europa y el norte de África, conquistó muchas tribus y pueblos. Algunas de estas tribus y pueblos lucharon violentamente contra el ejército romano, que empezó a catalogarlos como bárbaros.

Pero no siempre romanos y bárbaros estuvieron en guerra. Alrededor de los siglos IV y V d. C., varias tribus se incorporaron al Imperio como federados. Además, los romanos convocaron a jóvenes godos y vándalos a la batalla. De esta manera, varias tribus pudieron establecerse dentro de las fronteras del Imperio Romano.

La organización social bárbara se basaba en el “sipe”, que era un clan formado por familias unidas entre sí por el parentesco. Allí cada uno protegía al otro, de modo que ofender a uno de ellos significaba ofender a toda la familia.

Como no conocían la organización en un estado, la institución más importante de los bárbaros era la Asamblea de Guerreros. Fue ella quien decidió sobre todas las cuestiones, incluido quién sería el rey. Los politeístas, tenían como principal representación divina la imagen de Odín, dios del viento y la guerra.

Desde la época de Julio César, los bárbaros vivían en paz con los romanos, pero la llegada de los hunos, procedentes de Asia Central, lo cambiaría todo. A medida que avanzaban estas tribus en guerra, los bárbaros germánicos fueron empujados hacia los territorios romanos. Detrás venían los hunos en una ola de devastación y terror.

Atila se convirtió en emperador de los hunos

Alrededor del año 434, Atila (406 y 453) logró encabezar varias tribus desorganizadas debilitadas por disputas internas, unificándolas. Fortalecido, decidió emprender ofensivas consecutivas en Europa, dejando al Imperio Romano Occidental en pánico.

Los hunos eran hábiles guerreros que usaban caballos en la batalla y eran buenos en el tiro con arco. Además, tenían otra importante ventaja militar, que era un gran número de soldados. Es solo que convocaron a los jóvenes del pueblo que ganaron para luchar a su lado.

Atila extendió su imperio sobre Europa Central, el Mar Negro, el río Danubio y el Mar Báltico. Invadió dos veces los Balcanes e incluso sitió Constantinopla, solo que no la conquistó porque sus murallas resistieron.

Cuando llegó a Roma, el Papa León I (400-461) lo convenció de no destruirlo y se retiró con su ejército.

Curiosidades sobre los bárbaros

En 451, Atila invadió la Galia para ganar el derecho a casarse con Honoria, hermana de Valentiniano III, que gobernaba el Imperio Romano de Occidente. Si hubiera tenido éxito, podría haber reclamado la propiedad de la mitad del Imperio como dote.

Atila era tan temido y respetado que se le llamó «el flagelo de Dios».

Las invasiones bárbaras pusieron su cultura en contacto con la lengua romana (latín). Esto dio lugar a la creación de otros idiomas, como el español, el francés y el propio portugués.

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