Avis Revolution: qué fue y cómo salvó la independencia de Portugal

La Revolución de Avis fue un enfrentamiento entre las tropas de Portugal y Castilla y se disputó la unión o no de los dos reinos.

La Revolución de Avis fue un conflicto entre Portugal y Castilla, entre los años 1383 y 1385. Es que Don Juan I, rey de Castilla, reclama el trono portugués, ya que su esposa era hija del difunto rey.

Resulta que Portugal acababa de independizarse de Castilla, lo que supondría perder autonomía.

Con eso, la burguesía animó a un tío bastardo de la Reina de Castilla a luchar por el poder. Los ejércitos se enfrentaron en la gran Batalla de Aljubarrota.

Contexto histórico

Durante mucho tiempo la Península Ibérica estuvo dominada por los moros. Y fue a través de las Guerras de la Reconquista que los cristianos lograron expulsar al invasor, iniciando nuevos reinos. Así surgieron los reinos de León, Castilla, Navarra y Aragón.

Alfonso VI, rey de León, premió la ayuda de Francia en la reconquista, ya que donó un territorio a un noble. Su nombre era Henrique de Burgonha, quien recibió como regalo el Condado Portucale o Condado Portucalense.

Entonces Enrique se casa con Teresa de León, hija de Alfonso VI, y se inicia la Dinastía Borgoña o Alfonsina. La pareja tuvo un hijo llamado Afonso Henriques, quien, al asumir el trono, independizó a Portucale de León. Por tanto, en el año 1139 se crea el Estado portugués, aunque la Región Sur aún estaba en manos de los moros.

La toma de la ciudad de Lisboa ocupada por los moros se produjo en el año 1147, pero contó con la ayuda de Afonso Henrique. Los cruzados que se dirigían a Jerusalén se detuvieron allí para reforzar el ejército portugués y así lo consiguieron.

Afonso Henrique se confirmó entonces como rey de toda la región portuguesa, creando así un gran Estado. Por el contrario, la dinastía borgoñona reinó en Portugal hasta el siglo XIV, cuando tuvo lugar la Revolución de Avis.

Lo que precedió a la revolución de Avis

En el año 1383 muere el rey de Portugal Don Fernando I y deja como sucesora a su hija doña Beatriz. Resulta que estaba casada con el rey de Castilla, Don Juan I, quien declaró el derecho de su familia a ocupar el trono portugués.

Con esta pretensión dinástica, Portugal anticipó el derrocamiento de su independencia conquistada por Afonso Henriques. Casi dos siglos y medio después, el Estado portugués perdería su autonomía frente a Castilla.

Dos segmentos sociales se opusieron, con la antigua nobleza queriendo unir los reinos. La burguesía adinerada, en cambio, quería mantener alejado el Reino de Castilla y por ello se arriesgó con una audaz estrategia.

Los burgueses convencieron a João, el Maestre de Avis, hermano bastardo de Don Fernando I, para reclamar el trono para sí. Evidentemente, Don Juan I se opuso y los ejércitos entraron en un conflicto que duró desde 1383 hasta 1385.

Batalla de Aljubarrota

La misma burguesía que animó al Maestre de Avis a luchar por el trono también pagó los gastos del ejército. Las tropas cartilanas estaban muy bien equipadas y eran numerosas, habiendo rodeado Lisboa en 1384.

Este derecho duró tres meses y cuando todos pensaban que la ciudad caería, se produjo la ayuda providencial. Es que una misteriosa enfermedad acabó con la vida de miles de combatientes, lo que obligó a Castilla a retirarse. Pero el conflicto no terminó ahí, ya que los involucrados aún se encontrarían en campo abierto.

En la Batalla de Aljubarrota se enfrentaron dos grandes ejércitos, superados en número los portugueses. En un extremo estaba el Maestre de Avis con el apoyo de Gran Bretaña, en el otro Don Juan I, ayudado por Francia.

Mestre de Avis entregó el mando de sus tropas al general Nuno Álvares Pereira, un estratega experimentado. Trazó un plan de batalla que llevó a la minoría portuguesa a ganar la batalla de Aljubarrota.

Con la victoria, el Mestre de Avis se convirtió en Don João I, Rey de Portugal y los Algarves. Allí comenzó la dinastía Avis.

Consecuencias del conflicto

Siempre apoyado por la burguesía, que tenía un fuerte poder económico, Don João I logró gobernar bien. Posteriormente, la nobleza, que antes había apoyado a Castilla, se unió a él a cambio de tierras.

Y fue gracias a toda esta prosperidad que los siguientes monarcas pudieron sostener la expansión comercial y territorial.

Portugal se fortaleció como Estado y así comenzó a conquistar varias regiones por mar, como África. Su armada mejoró y con ello pudo embarcarse en los Grandes Descubrimientos.

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